lunes, 10 de noviembre de 2008

El boxeador ciego.

Estupendo análisis del estado actual del Real Madrid. Lo firma Martí Perarnau en El Periódico de Catalunya.

Esto va a ser muy largo y no conviene eliminar candidatos antes de hora. A la Liga le quedan demasiados meses como para empezar a echar cálculos irreales y el Madrid cuenta con un arsenal demasiado poblado como para que le desacredite el estupendo momento barcelonista. Sabemos que el Madrid es un caos. Mejor dicho: el Madrid es el caos. Pero es el mejor gestionando el caos. Está acostumbrado a sobrevivir a las marejadas y sobrevolar los huracanes, por lo que merece un respeto gigante.
Dicho esto, el de Schuster es un equipo que no juega a nada porque no posee concepto de juego, ningún esquema diseñado, ni la menor idea de por dónde empezar a desanudar el ovillo tras tantos años de enredos. Sin un plan no se puede jugar a nada serio, salvo a golpear y ser golpeado, especialidad blanca. El Madrid juega a boxear y en eso es bueno, si no el mejor. Trasciende al juego y su desarrollo, a posiciones y pizarras, a estrategias y tácticas. El Madrid es un rinoceronte que embiste ciego, sin importarle que enfrente haya un rival, un mueble, una pared o cien toneladas de cemento armado. Es el boxeador de ojos vidriosos y mandí-
bula desencajada, sangrando por la nariz, con el pómulo desgarrado y la ceja rota, pero que sigue golpeando como un poseso sin atender a que le están moliendo a palos.
En el intercambio de golpes, el Madrid es ejemplar aunque acaba todos los partidos con el ojo morado y la nariz arruinada y por más sentido épico que uno posea no hay quien resista tres años seguidos llegando a casa con la cara partida. El Madrid lleva ese tiempo hecho unos zorros, con lo que no es de extrañar el hartazgo de aficionados, jugadores e incluso periodistas de fanatismo reducido. A Schuster se le fichó para poner orden y lo conseguido hasta ahora es el gran desbarajuste, por lo que en la capital se ha dictado ya orden de busca y captura del nibelungo, candidato a ninot del año.
Ahora que Casillas ha perdido la poción mágica y Van Nistelrooy el menisco, la coyuntura amenazaba a Schuster con el cadalso, pero en otra ironía del fútbol, el proscrito Higuaín (al que no titularizó ante la Juve ni tras lesionarse Robben), cambió de especialidad y en vez de fallar goles se hinchó a meterlos en un partido esperpéntico del que Schuster sale aún más frágil y el chaval, investido de llanero solitario.

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